top of page
Uno de mis versículos favoritos es el Salmos 73:25 este dice: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
Estas palabras de David me impactan mucho porque transmiten la pasión del corazón de un hombre que agradaba a Dios, que sintió esta convicción de que Dios era su TODO, lo único que tenía pero además de que si algo no era por Dios o de Él entonces no lo deseaba.
He visto esto como un deseo en mi vida, llegar a sentir esto en mi relación con Dios, porque ciertamente ¿a quién tenemos sino a Él
? ¿Quién sino Él, es el que está día a día, noche a noche, siempre junto a nosotros?
Sólo Él es incondicional y para siempre. Pero a veces olvidamos esto y nos valemos por nuestros medios y nuestros recursos, y no lo hacemos con “mala intención” sino que simplemente pasa porque nos alejamos de Él poco a poco: cuándo dejamos de compartir tiempo con Él, dejamos de leer su palabra, de escucharlo y de tener tiempo con otros hermanos cómo Él nos lo mandó.

"Si no viene de Dios, entonces no lo quiero"

Todas las personas tenemos sueños, no creo que haya alguien que pueda decir que no ansía lograr algo, porque ésta para mí, es una de las características más lindas del ser humano: su capacidad de soñar, en mi caso soy una gran soñadora y siempre lo he sido, sueño dormida y despierta, tengo muchos sueños y también metas. Pero aunque esto puede ser algo “bonito” Dios me ha enseñado que muchos de esas aspiraciones han sido egoístas porque han girado sobre lo que YO quiero y lo que YO deseo y entonces no le han honrado.

Admiro mucho a David, porque Él anhelaba agradar a Dios con su vida, y aunque se equivocó y falló, Dios le llamó “Un hombre conforme a mi corazón” (Hechos 13:22)
Esto lejos de decepcionarnos debe servir de ánimo porque vemos que Dios ama al hombre aún con errores y fallos, nos perdona, y también nos sirve para entender que aún así como somos, Él puede usarnos para su obra, puede transformarnos por completo. Y este cambio viene con el morir a nosotros mismos, en el momento en el que nuestro corazón de verdad acepta a Cristo y nos convencemos de que no hay sentido sin Él, ahí es cuando Él comienza a moldearnos y a trabajar en nuestra vida. Recordemos:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”
Mateo 16:24
Negarnos a nosotros mismos significa muchas cosas: es renunciar a nuestra forma de ser egoísta, es buscarle a Él por sobre todas las cosas, es entender que cuándo Él dice NO es porque tiene algo mejor en mente, es obedecerle y es también que desde el fondo de nuestro corazón esté la convicción de que si no viene de Él, entonces eso que queremos no tiene importancia.
Pero esto es algo de todos los días, y debo reconocer qué difícil es cuándo el camino se pone estrecho, y cuando anhelamos con todo el corazón algo, pero la única forma de llegar a eso es con nuestros medios, “dando un pequeño empujón” o peor aún con "pequeñas"  mentiras, engaños, o haciendo cosas que sabemos no son del todo honestas.
Tratamos de mover cielo y tierra para lograrlo pero al final no se lo entregamos a Él. Podemos hacernos de la vista gorda o bien, sacrificarnos, renunciar a nosotros mismos y confiar por completo en que Dios es soberano y si es su voluntad cumplirá con eso que tanto queremos.         ¿Y si no es así? Entonces el obedecerle y agradarle traerá a nosotros paz, esa paz que el mundo no entiende y no puede darte, porque te la puede ofrecer con soluciones momentáneas pero cómo una ilusión se terminará desvaneciendo y al final traerá más dolor a tu vida.
He experimentado lo que es esto: tener que escoger, porque la decisión que tomé de seguir a Cristo es la mejor que he tomado en mi vida, pero día a día tengo que reafirmarla porque si no es así, cuándo vienen las pruebas mi fe está débil y no puedo seguir. Es difícil también estar cerca de Dios y tener que decir NO a cosas que de verdad queremos, por supuesto que es complicado, incluso con lágrimas en mis ojos le he dicho a Dios “esto es lo que quiero y lo quiero con todas mis fuerzas” cómo si fuera una niña pidiendo un dulce o un helado, "¡Dios: lo quiero y lo quiero YA!"
Sin embargo cuándo nos acercamos a Él y le conocemos más, esa lucha interior la ganará el Espíritu Santo que está en nosotros, porque queremos agradarle y Él peleará cada batalla incluso contra nosotros mismos. Porque al final ¿De qué vale lograr algo si no tienes a Dios a tu lado? ¿De qué sirve todo el dinero y toda la popularidad si no tienes a Dios? Incluso ¿De qué sirven nuestras metas y sueños egoístas si no estamos agradando a Dios?
¡De nada! Sé que es un reto y es una lucha que hay que enfrentar día a día, pero también sé que Dios quiere lo mejor para nosotros, Él sólo nos dará cosas buenas, es su promesa y nos lo demuestra todos los días. Pero también va a trabajar en nosotros, en nuestro carácter y sólo puede hacerlo enseñándonos y corrigiéndonos.
Por eso yo quiero invitarte a sacar un tiempo y pensar en esto ¿Qué está pasando en tu vida? ¿Cómo están esos sueños y metas, se los has entregado a Dios o estás luchando sólo(a) por ellos? Esto lo veremos en muchos aspectos y con las diferentes decisiones: un trabajo que quieras, una persona que te gusta, un viaje que deseas hacer, un ministerio en el que quieres trabajar, una carrera que quieres estudiar, un carro que deseas comprar, etc. ¡Con todo!
Mi deseo es de verdad cumplir con su propósito pero sé que aún hay mucho por hacer... y si Él está en tu vida, en tu corazón vas a sentir esa inquietud por hacer lo que es correcto, por decir que no a esas cosas que deseas porque quizás no es el momento, no es su tiempo.
¡Cuánto puede Dios enseñarnos con estas pequeñas pruebas!, con estos retos diarios, y que mejor que poder de verdad decirle a nuestro Padre “Si vos Dios no estás de acuerdo con eso que tanto anhelo y tanto deseo, ¡entonces no lo quiero! si está fuera de tu voluntad entonces no vale, no va a bendecir… voy a obedecer, yo quiero agradarte, quiero obedecerte, ayúdame Dios a ser firme y a cumplir con mi parte.”
Cumplir nuestra parte es buscarle y es aprender de los pequeños retos que vendrán en nuestra vida... es vivir un día a la vez, pero para Él.
¿A quién tenemos sino a Él? Y fuera de Él ¿Qué podemos desear? Entrégate con todo a Dios, prepara tu corazón y deja que Él trabaje, entrégale tus sueños más profundos y permite que Él cumpla su voluntad, porque si viene de Él, entonces ¡vendrá lo mejor!

"Dios mío, pongo ante ti
mis más grandes deseos;
¡no te los puedo esconder!"

Salmos 38:9 (TLA)
​Sofi :)
​Sofía Tinoco Torres

 

 

  • Facebook Basic
bottom of page