top of page
Parte del pertenecer a una Iglesia, es experimentar y recibir las más lindas bendiciones: tenemos una familia en Cristo, amigos de verdad, y una de las mejores  puedo mencionar es el servicio que podemos dar a nuestro Dios. Él quiere y puede usar nuestros dones y talentos para su obra, de hecho para esto nos los dio, para poder cumplir su  propósito.
Sin embargo, el servir, aunque es algo no sólo importante sino especial, también implica mucho esfuerzo e incluso sacrificios.
Como humanos que somos, esto puede despertar en nuestro corazón, mente y cuerpo estrés, cansancio, y hasta muchas veces molestia, sobre todo cuándo llegamos a creer que no todas las personas de nuestra congregación sirven a Dios, o quisiéramos tener "más ayuda" "más manos" o simplemente "qué otros hagan".

¿Qué a tí? ¡Sígueme tú!

Puede que en algunas ocasiones, otras personas hayan criticado o señalado tu trabajo, o el de otros, y esto genera en los que "sí hacen" que repitan frases como: "Estas personas sólo vienen a calentar la banca" "Aquí nadie hace nada" "Es que si todos sirvieran sería diferente"
Yo debo decir que sí las he escuchado y debo confesar que en algún momento o varios, ¡las he dicho! Y no sólo las he repetido, sino que además al decirlas, he sentido en mi corazón molestia y decepción.
​
Hoy quiero referirme a esto porque humanamente es muy natural pensarlo, pero eso no significa que esté bien, la mayor razón es que toda nuestra vida es para Dios, y Jesús nos dio un gran ejemplo, el más claro y el mejor: su vida. Todo su existir fue de obediencia, de amor y de servicio, Él dijo que no vino a ser servido sino que vino para servir y rescatar. (Mateo 20:28)
​
Su vida en la tierra, fue llena de sabiduría, pero además compartió y enseñó a sus discípulos y seguidores cómo podían servirle a Dios con sus vidas, y nos dejó la clara responsabilidad a nosotros de hacer lo mismo, de seguirle y servirle. Nos mostró también que es posible sobreponernos a los momentos difíciles que puedan venir en nuestro andar, pues Jesús pasó también por grandes pruebas: rechazo, dolor, sacrificio, tentación... por supuesto que ¡Él nos entiende! y aunque lo que pasemos jamás podrá compararse con lo que él sufrió, su amor es tan grande que nos responde a estas dudas o sentimientos, que pueden nacer en nuestro corazón.
​
Y es que nos habla claro y directo, como le pasó a Pedro cuando se encontró con Jesús después de que Él resucitara y le buscara. Jesús le dijo a Pedro: ¡Sígueme! (Juan 21:19) y aunque Pedro le obedeció, después al ver que Juan quedaba atrás dijo "¿Señor, y qué de éste? (Juan 21:21)
Pero Jesús le respondió: "​Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué á tí? Sígueme tú"  (Juan 21:22)​

 

¿Cuántas veces hemos repetido esta pregunta de Pedro? o ¿Cuántas veces nos hemos sentido como Pedro?
Jesús ¡no pudo ser más claro! Yo he reflexionado en esto y aún debo hacerlo mucho más, porque si algo debemos tener presente, es que Él nos ha llamado, sin duda ¡Dios quiere usarte de maneras que no podés imaginar!
​
Es cierto que el camino puede ser un poco angosto, pero nunca estaremos solos, Jesús nos dice:
 "He aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mateo 28:20b

 

Y esta promesa la cumplirá cada día, hasta el final ¡Jesús estará con nosotros! pero es una decisión que se debe tomar todos los días: dejarnos a nosotros mismos, de morir a nosotros y tomar nuestra cruz.
​Y esto no quiere decir que no debes preocuparte por llevar a otros la verdad de Cristo, o darte por vencido en que otros conozcan a Dios. Pero si debemos renunciar al "sí él hace, entonces yo también" Servir es hacer, es vivir para agradar con tu vida, tiempo, espacio, talentos, habilidades y también debilidades.
Así que por eso dejémos de preocuparnos por lo que otros hacen o no hacen, y entreguémonos por completo al que nos salvó y amó primero. Si Dios te está usando: agradécele y honra ese llamado, y si aún no te decides hoy te invito a responderle y ¡Síguele!
​
Y cada vez que estos pensamientos quieran encontrar lugar en tu corazón, recuerda las palabras de Jesús: ¿Qué a tí, Sofía, Cristina, Carlos, Pablo...? ¡Sígueme tú!

 

​¡Qué nada más importe, síguelo hoy!

​
Sofi :)
​
​
bottom of page