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En nuestra sociedad actual, es común escuchar sobre la importancia de ser fuertes, de no dejamos vencer, de encontrar en nosotros mismos el poder que se necesita para sobreponerse a la adversidad. La psicología también hace su aporte, la he estudiado por años y uno de los mensajes principales es que la fuerza está en nuestro interior, en nuestra mente.
 
Pero la Palabra de Dios, explica esto desde otra perspectiva pues la diferencia es que escrito está, cada cosa que pasamos tiene un propósito, un fin y una razón de ser. Probablemente lo sepamos bien en teoría, pero en práctica es muy difícil, sin embargo podemos tener la seguridad de que más allá de nosotros y pase lo que pase, Dios siempre nos sostendrá.

"La bendición de un corazón quebrantado"

Pero hay un detalle que quizás pasa desapercibido al vivir estos momentos difíciles, y es que en las dificultades y pruebas tenemos un corazón que le duele, un corazón que siente y que está vivo.
 
Muy por el contrario estos eventos de la vida pueden provocar que ese corazón se enduresca y deje de sentir, y que deje de quebrantarse ante la presencia de Dios.
Dios en Ezequiel 36:26 nos dice "Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne"
 
El sentir la presencia de Dios en nuestra vida, es algo que no tiene palabras, delante de Él tenemos permiso de llorar, reír, agradecerle, porque podemos sentir si le buscamos de corazón, paz en las dificultades y apoyo en los buenos o malos momentos.
Lejos de sentirnos mal por no creernos fuertes o porque nos presentamos a Él con un corazón quebrantado, debemos tener esperanza, pues significa que Dios está trabajando mucho en nuestra vida, Él nos dice que sanará nuestro corazón:
 
"Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas"
Salmo 147:3
 
Y si apenas estás conociendo a Dios y vienes con un corazón triste por las situaciones que has enfrentado en la vida, Dios no te pide más que eso, Él quiere tu corazón para restaurarlo y para sanar heridas, que nadie más podrá hacerlo, ni las teorías, ni la psicología, solamente Él.
Y si tu caso es que ya sos un hijo o hija de Dios, de igual manera date la oportunidad de quebrantarte ante Él y de entregar ese nuevo corazón que ha puesto para que cumpla así su gran propósito.
 
Por ello es que un corazón con heridas viejas o nuevas, es una bendición porque entonces podrás experimentar lo que es el poder de Dios, un poder capaz de restaurar y de levantar!
 
"Mi carne y mi corazón desfallecen, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre"
Salmo 73:26
 
:) Sofía Tinoco Torres
 
 
 
 
 
 
 
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